miércoles, 6 de febrero de 2008

Fuerza Nueva en defensa del Patrimonio Cultural del Cusco

FUERZA NUEVA
CON EL PARO
07 de Febrero del 2008
¡¡ DEFENDAMOS NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL !!



QUE PRIVATICEN A SU MADRE
Por Julio Gutiérrez Samanez

Durante muchos años la prostitución, el oficio más antiguo del mundo fue un negocio público hasta que los hijos de «malas madres», con benéfico afán lucrativo, la privatizaron. Desde entonces nacieron esas fábricas del placer que llamamos lenocinios, chongos o prostíbulos. Ahora, con ese mismo afán, los «hijos de tales madres» muy ingeniosamente y entre gallos y media noche, nos sorprendieron haciendo aprobar en el Congreso unas leyes impúdicas y canallas que el pueblo se encargará de hacerlas derogar.
Al saber esta noticia un amigo extranjero me envió el mail siguiente:
«Queridos amigos, les hacemos llegar un artículo escrito por José Saramago, todavía en 1995, y que nos recuerda las coincidencias entre estos dos gobiernos....

JOSÉ SARAMAGO Y LA PRIVATIZACIÓN

(Premio Nobel de Literatura 1998, tomado de «Cuadernos de Lanzarote») Setiembre, 1995

«De regreso de un viaje a Bolivia y Argentina mis cuñados María y Javier traen el periódico Clarín del 30 de Agosto. En él viene la noticia de que va a ser presentada al Parlamento peruano una nueva Ley de Turismo que contempla la posibilidad de entregar la explotación de zonas arqueológicas importantes como Machu Picchu y la ciudadela preincaica de Chan Chan, a empresas privadas mediante concurso internacional».
«Clarín llama a esto «la loca carrera privatista de Fujimori». El autor de la propuesta de ley es un tal Ricardo Marcenaro, Presidente de la Comisión de Turismo, Telecomunicaciones e infraestructura del Congreso peruano, que alega lo siguiente: «En vista de que el Estado no ha administrado bien nuestras zonas arqueológicas ¿qué pasaría si las otorgáramos a empresas especializadas en esta materia que vienen operando en otros países con gran efectividad?».
«A mí me parece bien. Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se privatice el Descendimiento de la cruz de Antonio de Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, que se privatice la cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos».

«Y finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas, la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo... Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos».

Después de esta invitación de Saramago, cabe decir a los señores Bruce y Mercenaro (léase, Mercenario), a quienes no tenemos el disgusto de conocer, a que privaticen a su mamita; total, cuando ellos nacieron sus madres ya eran públicas y sólo faltaba hacerlas privativas de un grupo de proxenetas. Pero, de allí a que, por su complejo de Edipo, confundan la privatización de su progenitora con la privatización de los Centros Arqueológicos y el Patrimonio Cultural; es decir, lo más valioso y sagrado que poseemos los peruanos, es otra cosa.

Estos cochinos traficantes y proxenetas, a lo judío, todo lo ven dinero. En su insaciable hambre de billetes, ponen el ojo en lo poco que queda de intangible en nuestra patria. Quieren reducir el legado de nuestros mayores a su sucio interés mercantil del «toma y daca», el lavado de dólares, el tráfico y la mafia. Así, a lo «Opus Dei», de los curas inventores del lema: «God is Gold» (Dios es oro), y que convirtieron la Catedral cusqueña en una cueva de ladrones y negociantes descarados, con sotana; sólo falta que nos vendan «indulgencias» a precio de Dólares o Euros.

Estos mercaderes creen que todo debe convertirse en mercancía con valor de cambio; han globalizado la idea de que «todo se vende y todo se compra». Por eso, piensan que si el mismo Dios es mercancía, cómo no lo serían los templos, los santuarios y hasta los conductos maternos por donde fueron traídos a este mundo.
Oigan Bruce y Mercenaro, y sus congéneres, ya se los dijo, el Premio Nobel José Saramago.
Saquen vuestras manos sucias del Patrimonio cultural:
¡Privaticen a vuestras madres!


FUERZA NUEVA POR UN CUSCO
CON DIGNIDAD

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